Entrevistamos a la directora de teatro Ana Zamora, al frente de la compañía Nao d’amores, orientada al rescate de piezas medievales y renacentistas. El teatro, lo mismo que la televisión, el cine, o la radio, constituye un medio esencial en la producción y distribución de conocimiento histórico a un público amplio y por ello dedicamos la segunda parte del programa a hacer algunas reflexiones sobre historia pública.
Ana Zamora es la cabeza más visible de Nao d’Amores, una compañía que desde su fundación en 2001 ha renovado textos clásicos del teatro medieval y renacentista tales como Comedia llamada Metamorfosea de Joaquín Romero de Cepeda (en 2001);
Auto de la Sibila Casandra, de Gil Vicente (2003); Auto de los Cuatro Tiempos, de Gil Vicente (2004, aún en repertorio); Misterio del Cristo de los Gascones (2007); Auto de los Reyes Magos (2008). Nos hablará concretamente de la Dança da Morte / Dança de la Muerte una coproducción bilingüe con el prestigioso Teatro da Cornucópia en cartel durante 2010-2011.
Nao d’Amores pretende salvar lo que consideran un «absurdo desajuste entre el campo de los estudios filológicos y el de la práctica teatral», poniendo en contacto la investigación del pasado con el significado presente de las obras representadas, con el objetivo de repercutir directamente en el «desarrollo intelectual, creativo y lúdico de los ciudadanos». La representación de las danzas de la muerte nos aproxima así a una reflexión novedosa sobre un fenómeno universal pero culturalmente diferenciado como es la muerte y «revivir los mitos que ayudaron a mitigar el absurdo de la muerte, desde el contexto actual en el que se tiende a negarla y a alejar su recuerdo, en el que hemos sustituido el anhelo ancestral de la inmortalidad por la ficción inmadura de la amortalidad».
En la segunda parte del programa nos dedicamos a darle vueltas al concepto de “historia pública”. Se trata éste de un término importado, que no tiene mucho impacto en castellano. En inglés, sin embargo, abundan no sólo las definiciones sino también los estudios sobre este propio campo, que se está consolidando como una “subdisciplina” con características propias. La asencia del término habla en parte de una falta de reflexividad de parte de las instituciones universitarias y centros de investigación españoles, pero no significa, sin embargo, la ausencia de historia pública. En particular, en España, las polémicas sobre la memoria son un ejemplo muy relevante sobre el tercer aspecto de la definición de historia pública.
En la definición de historia pública podemos identificar tres componentes básicos:
1. La audiencia es distinta de la académica. La historia pública es aquella escuchada, leída, vista e interpretada por un público general.
2. Se trata de una historia elaborada con medios y formatos distintos de los tradicionales o académicos. Supone un esfuerzo por presentar la historia con la vista puesta en la audiencia general que la recibirá (desde el comisariado y la organización discursiva en museos y exposiciones a la participación en documentales, etc.). El esquema que aquí prevalece es jerárquico Academia>público
Aunque implícitamente hay una modificación de las propias prácticas y presupuestos académicos en virtud de su potencial recepción.
3. Más allá de la historia transmitida o divulgada, el concepto de historia pública remite a modos de pensamiento histórico o conocimientos que “pertenecen” al público. Incluye así un componente ético, patrimonial y memorístico que no aparece o es distinto al de la historia tradicional. Este componente puede describirse mejor como la “democratización del conocimiento histórico” en tanto en cuanto busca “incorporar voces múltiples, alcanzar públicos diversos y alentar la participación popular en la presentación y preservación del pasado” (según la definición de los objetivos del Center for History and New Media at George Mason University). El esquema dibujado aquí es (al menos potencialmente) horizontal Historiador=Ciudadano y resulta mucho más dificil de comprender o implantar. Si bien hay un cierto número de iniciativas que buscan y consiguen la divulgación hay pocas que pasen a reflexionar sobre el “modelo de investigación, a hablar de modo autoreflexivo sobre los procesos cognitivos o a proporcionar a los usuarios las herramientas y el apoyo para llevar a cabo el mismo género de investigación por su cuenta. Le debemos algo más a nuestro público.” (Cita de la charla de Sharon Leon titulada “Doing History in Public: Digital History in the Digital Humanities”, en Maryland Institute for Technology in the Humanities.)
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