Nervios, incomprensiblemente nervios. Llevo años en esto de la radio pero es la primera vez que Saúl me deja sólo ante el programa. La responsabilidad pesa.
Llego un poco antes de la hora acordada a la ladera del bello edificio. Antes de cruzar la primera alegría. Daniel ya nos espera. Con sus casi dos metros no es un tipo que pase desapercibido. Abrazos y bienvenidas se cruzan. Por un momento me olvido de los nervios. Convenimos entrar en la librería para matar el tiempo, pero la tensión no me dejan ver un solo libro.
Gonzalo llega justo a la hora. Presentaciones rápidas, últimas instrucciones antes de subir. Primer contratiempo. El Círculo de Bellas Artes está atestado de gente y los ascensores colapsados . No hay tiempo que perder, nos abalanzamos hacia las escaleras. Son cinco plantas de largas y bellas escaleras de mármol. Las bromas sobre nuestra vejez nos hacen el camino más liviano.
Cuando llegamos al estudio comienzo a tranquilizarme. El anterior programa no ha terminado y el técnico, afable y tranquilo, terminan por hacerme sentir más seguro. Comienzo el programa algo torpe, algo atropellado y aprovecho que Daniel y Gonzalo se presentan para respirar y hacerme con el control de la situación.
Daniel Núñez como opositor y Gonzalo Taboada como profesor de secundaria con plaza vienen a hablarnos de la situación de la educación en Madrid. Ya estaban avisados. No se lo iba a poner fácil. Les iba a poner frente a declaraciones de políticos y ciudadanos que reprueban las huelgas.
Gonzalo me pide papel y lápiz para tomar notas. Se le nota también que la responsabilidad le pesa. No quiere fallar. Comienzo a disparar las preguntas. Ya estoy tranquilo, hemos comenzado. Gonzalo, más pausado responde sabiéndose representante de un colectivo. Daniel, visceral, apasionado y con un alto grado de compromiso le da el contrapunto. Seis años de su vida, de su enorme trabajo preparando oposiciones, ahora parecen carecer de sentido.
Y en diez minutos de charla se produce el milagro de la radio. Ya no somos el locutor y los invitados. Somos tres amigos charlando sobre algo que a todos nos interesa. De vez en cuando miro al técnico y veo que también a ratos se ríe. Pienso, esto funciona, esto es radio. Me cuesta mucho no entrar a opinar sobre el tema, pero sé mi papel. Los protagonistas son ellos y es un lujo escucharles. Cuando llega la hora de acabar el programa todos nos sorprendemos. Tempus fugit. Sólo espero que a nuestros sufridos oyentes le ocurriera lo mismo.
Nadie quiere acabar con la charla, que continúa entre botellines, refrescos y tapas en un bar de la zona. Charla animada donde todo se entrecruza. Futuras y presentes paternidades, opiniones y vivencias. Gonzalo y Daniel no se conocían, pero nadie lo diría.
Afortunadamente a todos nos esperan en casa. No me quiero imaginar qué hubiera pasado de no ser así. Me despido de ellos y en la parada del autobús sonrío tranquilo y me permito disfrutar del espectáculo que tengo ante mí. Saco el móvil y no me resisto a fotografiar a mi bello Madrid.
Ya en el autobús veo por los cristales a Gonzalo que se despide de mí con una broma y una sonrisa. La tarde ha merecido la pena. Confieso que he vivido. Podéis escuchar aquí los resultados.
Me pregunto por qué a este bello proyecto lo llamamos Contratiempo.