A lo largo de los más de diez años de Contratiempo hemos tenido la oportunidad de entrevistar en dos ocasiones a Ana Zamora, cabeza más visible de la compañía teatral Nao d’Amores, dedicada a poner sobre la escena contemporánea, algunos de los dramas y reflexiones más universales del teatro medieval y renacentista. Alejándose de una aproximación arqueológica, empirista o reconstruccionista, el pasado se hace presente en la escena después de un profundo proceso de investigación y documentación, pero con la creatividad y la pegada que llegue a afectar al público de hoy. En esta entrevista no sólo recuperamos la perspectiva de Ana Zamora, sino que añadimos una serie de reflexiones sobre la historia pública que ya «aireábamos» en el lejano año 2010, cuando la expresión quizá era menos conocida. Recogíamos entonces la diferencia entre una vigilancia jerárquica de la información sobre el pasado producida fuera de la academia y la atención, horizontal, a modos de pensamiento histórico o conocimientos que “pertenecen” al público. Una aproximación, en suma, al componente ético, patrimonial y memorístico de esa historia popular, que no considerase esos mismos elementos de modo diferente a la historia tradicional.
La relación entre teatro e historia, entre el teatro representado y polémico, el de las. multitudes de los corrales de comedias, viene de largo. Roger Chartier en La historia o la lectura del tiempo (Gedisa, 2007) recuerda que la capacidad de los géneros ficciones para moldear la realidad es algo que se remonta al menos hasta las obras de Shakespeare. De hecho, en la edición del primer folio de 1623, los editores-impresores decidieron colocar bajo la categoría historia un buen número de los dramas conocidos de Shakespeare, fijando así una identificación entre teatro y realidad que es obliga a reflexionar sobre los múltiples modos de conocer el pasado. Entre las comedias y las tragedias, había un grupo de obras que eran consideradas historia. Quizá recibidas e interpretadas como tal por el público de la época. Algo semejante ocurre con las películas, las producciones audiovisuales que nos rodean en el día a día y los múltiples formatos aparentemente «no históricos» con los que hablamos del pasado. Esta entrevista de hace ya algunos años retoma esos temas y los relanza hoy, quizá con mayor actualidad que entonces.
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